martes, 11 de diciembre de 2007

Mariela Castro Espín: “Un error”, la homofobia oficial de años pasados en Cuba

En Cuba se considera “un error” la homofobia oficial de décadas anteriores, pero aún se requiere discutir esa etapa: “Hay que analizar por qué pasó”, dice a La Jornada la sexóloga Mariela Castro Espín.
La directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) anunció a principios del año pasado a este diario una iniciativa legal para reconocer los derechos de los transexuales a la identidad y a la atención clínica, una propuesta que se ha reformulado al paso de su discusión.
El proyecto, que aún espera su trámite legislativo, ha incorporado, entre otros puntos, la noción del derecho a la libre orientación sexual y al respeto familiar y la reivindicación de garantías laborales, hereditarias, patrimoniales y de adopción para las parejas del mismo sexo, equiparables a las de uniones heterosexuales.
Ahora Mariela, hija del presidente en funciones, Raúl Castro, y de la desaparecida defensora de los derechos de género Vilma Espín, habla del balance de ese debate, de la supervivencia de prejuicios homofóbicos en Cuba y de su trabajo con el gobierno en ese campo.
En enero pasado estalló una polémica sobre el quinquenio gris, como se recuerda a la censura y discriminación homofóbica en la cultura en los años 70. Mariela, que participó en el debate, fue consultada sobre si la discusión tendría que extenderse a otros aspectos de ese pasado, como la penalización de la homosexualidad “ostensible” o los campos agrícolas donde fueron internadas personas de esa orientación.
Señala que sería “muy saludable; en la historia de un ser humano se cometen errores y uno tiene que ir aprendiendo y sacar lecciones de esos errores. Pero las instituciones también cometen errores y tienen que ser capaces de reconocer por qué fue un error y qué se va a hacer para que ese error no se repita, qué leyes hay que establecer, qué valores hay que instituir”.
“Los errores que cometió Cuba fueron muy similares a los que se cometieron y todavía se siguen cometiendo en muchos países. Cuba era el reflejo del mundo. Aquí pasaba lo mismo que pasaba en otros lugares, sólo que trascendió mucho más, porque se esperaba que una revolución socialista no podía cometer esos errores, porque era una revolución por la emancipación del hombre. A la gente le chocó que en Cuba se cometieran esos errores. La ideología de esa época estaba muy permeada de homofobia y de prejuicios. Los partidos comunistas eran muy homofóbicos. Recientemente es que están teniendo actitudes más inclusivas”.
En la línea de abrir espacios a la discusión en el país, Mariela considera que el discurso de Raúl Castro el 26 de julio ha lanzado a los cubanos a hablar “con mucha sinceridad y transparencia” de que quieren mantener “sus conquistas de justicia, pero también que se hagan determinados cambios que ayuden a sostener ese proyecto social”.
Revisando logros y obstáculos en el esfuerzo por remontar las décadas de discriminación, Mariela estima que los medios informativos cubanos “se están acercando todavía tímidamente” a la diversidad sexual. “Están perdiendo el susto”: el año pasado una telenovela que abordó la bisexualidad masculina provocó una intensa polémica social; el diario Juventud Rebelde tiene una sección sobre sexo; la televisión aborda el tema en un programa humorístico y ya emitió un corto dramatizado sobre la pareja lesbiana.
Pero en la sociedad y el gobierno los prejuicios aún están arraigados: “Todavía hay instituciones que se toman el derecho de decidir si una persona lesbiana o gay o transexual puede o no ocupar un puesto de trabajo”.
En el sector educativo “hemos logrado muy poco”: las escuelas rechazan a los transgéneros que quieren vestirse de acuerdo a su sexo real; como sus modales y actitudes chocan con la identidad que tienen, son vulnerables a la burla, el rechazo y abandonan los estudios.
El Cenesex habla con la policía sobre cómo actuar en la vía pública con homosexuales o transexuales: “hay gente muy agradecida con ese diálogo, aunque otros no son tan receptivos”.


En el centro funciona un grupo de transexuales, que se preparan como promotores de salud, “de manera que la sociedad los vea de esa forma y no como una lacra”; hay otro grupo de lesbianas y en ambos casos se discuten problemas comunes, en ocasiones con participación de familiares.
En espera de que las iniciativas lleguen a su trámite legislativo, en una fecha aún sin determinar, el Cenesex trabaja en “educar a la población, que merece ser informada, antes de que de sopetón se le suelte una cosa así. Porque si no, la gente se va a sentir transgredida y contrariada”.

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